Somewhere beyond the
sea, somewhere is waiting for me. My love stands at golden salt and watches the
ships, that go sailing…
Ahí estaba él otra vez, como de costumbre, en el muelle. El
frío del otoño comenzaba a hacer presencia, y la marea traía consigo una fresca
brisa. Él llevaba puesto nada más que una ligero remera blanca, una chalina
azul marino –la que ella le había regalado antes de partir-, una chaqueta negra
de punto, vaqueros azules y zapatillas blancas. Se refregó las manos en un
intento por quitarse el frío.
Suspiró profundo, y observó como el vaho que salía de su
boca desaparecía en el aire. Recordó como ella se divertía haciendo aquello,
cuando era otoño, y las noches frías; ella podía pasar minutos suspirando para
ver el vaho elevarse al templado cielo. Ahora que ella no estaba, lo hacía
automáticamente, y cuando se daba cuenta, sonreía melancólicamente,
recordándola.
Observó el horizonte, hasta donde las aguas del mar parecían
terminar. La extrañaba. Se preguntó qué estaría haciendo ella en ese momento.
¿Lo extrañaría? ¿O si quiera lo recordaría? No había recibido noticias suyas
desde su partida, y a pesar de la promesa que se habían hecho, a veces temía que
ella lo olvidase. Pero ir al muelle, a observar el tranquilo movimiento del agua,
observar la arena, que solía ser dorada en los últimos días que habían
compartido, le daban sentido a la interminable espera.
Los barcos comenzaban a arribar. Algunos barcos pesqueros
aún seguían en medio del basto mar, otros ya se arrimaban a la orilla para
bajar la carga. Hay otro barco, pero no es el que él espera, es un barco que
está por zarpar a España. Mucha gente sube, y se apresuran a subir a la
cubierta para despedirse de sus familiares y amigos. Tal como ella se había
despedido de él, con lágrimas en los ojos, pero con una pequeña sonrisa
melancólica en los labios; y cuando el barco se había puesto en marcha, ella
articuló un ‘te amo’ con sus labios. Un ‘te amo’ que él siempre recuerda.
¿Cuándo volvería? ¿Cuándo sería el día que pudiera abrazarla
nuevamente?
I know, beyond the
doubts, my heart will leave me there soon. Will meet, I know will meet beyond
the shore. We’ll kiss just like before…
Baja por las viejas escaleras de madera, que rechinan con
cada pisada. Camina sobre la arena, no le importa que los diminutos granos de
arena entren en el calzado, no los siente, no siente nada más que la fría brisa
marina sobre su rostro, haciendo volar hacia atrás los cortos rizos negros. Se
sienta ahí, en el mismo lugar de siempre, estira las piernas y se apoya en sus
brazos; cierra los ojos, e imagina que su barco llega, y ella lo llama, y corre
a sus brazos.
Otra ilusión más.
Queda ahí sentado un par de minutos más, luego se pone de
pie; se sacude la arena con los brazos y vuelve sobre sus pisadas hasta el
muelle. Hecha una última mirada al horizonte, hacia las aguas teñidas de un
color anaranjado mientras el sol se pone. Da media vuelta para regresar a su
casa.
Se promete no volver más ahí, pero con toda certeza sabe que
al día siguiente, a la misma hora, estará haciendo lo mismo que todos los días.
Esperarla.
-Tal vez llegue mañana –se dice en voz baja, y ve como el
vaho escapa de su boca y desaparece en el aire.
Escrito por B. C. Fitzwalter